Que vergüenza me da
Yo no te voy a dedicar canciones, querida,
ni muchos menos los poemas,
no te lo mereces,
por favor no pienses en el sexo,
que de mi no sacarás,
despídete de esos besos que se dan
cuando tienes la boca llena de palabras,
ni abrazos que te amanezcan,
que te cubran de espalda a ombligo,
que vergüenza me da,
pero olvídalo por favor.
Antes de que te diga
que los poemas están en tu cajón,
las canciones en el salón
cuando bailábamos Serrat,
y dejábamos un sexo impreso en el cielo;
donde te llenaba de besos
e interrumpía mi nombre
que salía de tu boca,
la misma que me decía “abrázame fuerte”
mientras mis manos paseaban por ti.
Que vergüenza me da,
pero ya lo tienes, querida,
ahora duerme,
que yo haré lo demás,
para que nunca gané la vergüenza de decir,
“Te mereces todo”.
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