Amantes de la Soledad
No buscaban nada,
amores ajenos,
aseguraban que la soledad era eso
que muchos decían, y pocos creían.
Esa moneda valiosa,
esos amantes que salían de noche a buscar,
aquello que un bar,
dos copas de azar,
y una sonrisa desconocida podría generar.
Fuerzas que movían ciudades,
treguas de noche
para encontrarse sin ropa
una vez más,
y las brújulas de domingo
que solo en círculo te sabían llevar.
Una sed adictiva,
el escote en “u”,
un paso a la felicidad de corto plazo,
meses con intereses,
tasas que alcanzaban los cielos,
y un amor que se tenía que encontrar.
Casanovas infelices,
amantes de la soledad.
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